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Ranas en el Yasuní: fascinante y pequeña belleza

 

Por: Jorge Andrés Bayas

En el parque nacional Yasuní habitan algunas de las especies de anfibios más inusuales y hermosas. Encontrarlas y clasificarlas no es una tarea sencilla, dado el reducido tamaño de estos animales. Pero Kelly Swing y David Romo, ambos profesores de la Universidad San Francisco, pertencientes además a la estación Tiputini, creen haber hallado un atractivo especial en intentarlo. 

 

    David Romo ha desarrollado una trayectoria que, además de estar centrada en los anfibios de Yasuní, se decanta también por el manejo de los ecosistemas andinos. Asimismo, Romo es director del programa de Diversidad Étnica de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), el cual ayuda a estudiantes  de distintas comunidades étnicas del país para acceder a los estudios. Romo imparte, además, clases en el Colegio de ciencia biológicas y ambientales (COCIBA) en dicha institución. Ph.D en Biología para la Conservación, University of Minnesota, Licenciado en Biología y Química, Universidad Central del Ecuador, Romo es un hombre diverso cuyos intereses rebasan el científico.

 

    Descubrió su vocación científica a temprana edad. A los 6 años, mientras se encontraba jugando en la parte exterior de su casa, se dio un hecho particular que lo encaminó por el sendero que ahora transita.

 

    “Hay una historia de mi niñez. Creo que yo tenía 4 o 5 años, estaba con mis papás. Estaban tan metidos en la conversación, que no se dieron cuenta de que me había desaparecido por una media hora. Y, cuando salieron a buscarme, estaba jugando con las hormigas. Comencé a ver lagartijas y sapos. Para los 10 años, ya había llevado lagartijas y sapos y criado en mi casa”, recuerda, con un gesto nostálgico.

 

    Este hecho en particular ya dio muestras de su futura ocupación. El acercamiento a esta, sin embargo, no estuvo exento de obstáculos. Tuvo que equivocarse en varias oportunidades antes de entrar de lleno en la rama que ahora lo apasiona. “Me gustaban las aves, pero ahí había que cortar la piel y extraer el cuerpo y preservar las pieles y yo les hacía pedazos, con los mamíferos igual. Con los insectos es difícil colocarlos, y yo tengo las manos grandes y torpes.  Me parecieron bastante cheveres los sapos  porque no necesitabas recogerlos, sino saber que estaban ahí a través de los cantos”, señala, moviendo las manos lentamente.

 

Estudios y vocación

 

    De esas aventuras infantiles se desprende su vocación principal e innegable: la del estudio de los animales. En su oficina se pueden observar una gran variedad de reproducciones de ranas, algunas de ellas con el rigor científico debido; otras, con un afán caricaturesco, que, no obstante, confiere un aspecto más libre al sitio. Para acabar de matizar el sitio, en una pequeña pecera nada un Axolotl negro, cuyos pequeños ojos no paran de escrutar el exterior.

 

    Del estudio de las ranas Romo no es capaz de definir qué es lo que exactamente le atrae. Para él, tratar de definirlo no es posible. “Me parece que el estudio de sapos es genial porque es un grupo tan loco, con tantas formas de reproducción. Pueden vivir tantos años, pero no puedo decir por qué me gusta estudiar a los sapos. Es como si alguien te preguntara por qué te gusta el fútbol”, concluye.

 

Conservación y futuro  

 

     Al estar involucrado con el estudio de los animales en Yasuní, David es, también, un hombre consciente de los peligros que el delicado ecosistema selvático corre. “Cuando el ambiente está bien, hay muchos sapos; cuando el ambiente está mal, no los hay tantos.  En el Yasuní también viene el tema de la biodiversidad. Si es que te baja la diversidad, estás en problema”, indica.

 

    Pese a ello, Romo cree que una elevada biodiversidad no es algo esencial. El asunto de la salud de un ecosistema tropical es más complejo. “La diversidad no más  no es suficiente porque en una alteración del ecosistema más especies van a estar cerca del lugar. Los sapos se van a otra zona de una forma oportuna”, señala.

 

    Como muchas especies animales a nivel mundial, los anfibios se ven minados, cada vez más, en número. David explica que ello se ha advertido no hace mucho y que falta generar conciencia en la gente.  “Tenemos un problema a nivel mundial en que muchas especies de anfibios están desapareciendo. Nos empezamos a dar cuenta en los 90. Debía haber sido suficiente esto como para que nosotros tengamos una conciencia global de que algo está pasando.  Y, sin embargo, nadie dice algo, incluso hay gente que se alegra porque les ve feos”, explica, con cierto enojo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                               David Romo

 

 

Una vocación paralela

 

      Otra persona importante en el estudio de los anfibios en Yasuní es  Kelly Swing. De ojos azules, prominente bigote canoso y cabeza cubierta siempre por un sombrero, Kelly representa mucho para el país en materia de conservación de especies. Ph.D. en Zoología, Louisiana State University, USA, Master en Zoología, Auburn University, USA y graduado en Biología Marina, University of North Carolina at Wilmington, USA, Kelly Swing es el fundador y director de la estación Tiputini de biodiversidad, en la que también ha laborado David Romo. Como este, enseña en la USFQ. En su sitio de trabajo reina la libertad, pero, al mismo tiempo, un riguroso orden secreto. No le gusta responder a las preguntas desde su escritorio: prefiere hacerlo desde la mesita que se encuentra en la parte central de la oficina. 

 

     Swing arribó a la zona del Yasuní en 1994, año en que la construcción de la estación Tiputini inició y puede dar una visión muy extensa de cómo se comenzó a construir. “Tuvimos que transportar todo desde el Coca o más lejos en algunos casos. La vía en acceso era, bueno, la de Maxus. Tuvimos que viajar por el Coca, 10 horas por río, un par de horas por Napo, un par de horas por el río Tiputini. Era sumamente difícil. Incluso un tiempo pensamos que no iba a ser factible”, cuenta.  Otro punto difícil para el equipo había sido el asunto de los Huorani, pueblo tradicionalmente muy territorial. Kelly y su equipo debieron trabajar con ellos para suavizar la relación. “Tuvimos decirles que no estábamos para comer su fauna, que estábamos para la conservación de la naturaleza, lo cual es un beneficio para los indígenas que quieren vivir una vida  tradicional”, recuerda, mientras en sus ojos azules se enciende una llamita.

 

Gusto y conservación

 

    Definir el gusto que mantiene por el estudio de los anfibios no es fácil, pero Kelly Swing, al tiempo que sus manos se mueven a hablar, logra salir bien parado. Sabe que se siente atraído sobre todo por la belleza visual de estos animales. “Para mí, lo más fascinante es esa diversidad y hasta divertido compartir con estudiantes porque vamos caminando de noche y encontramos una especie cada 5 o 10 minutos. Hay especies coloridas, especies pequeñas que no superan los 3 o 4 centímetros, pero tienen combinaciones de rojo, azul o negro, esas son las famosas ranas venenosas”, dice.

 

    Por otra parte ha estudiado también el número de especies de anfibios presentes en el Yasuní. Hacia 1989 la cifra era de 90 aproximadamente. Hoy, casi 25 años más tarde, ha ascendido a 150, la más alta del mundo en cuanto a anfibios se refiere, según Kelly Swing. Los datos de los investigadores de la PUCE (Pontificia Universidad Católica del Ecuador) llegaron, por su parte, a fijar, en el año 2013, esta cifra en 123 especies descritas detalladamente, un record mundial. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                

                                                        

                                                        Kelly Swing, observando primates en el Yasuní 

 

 

La identificación de los anfibios

 

     La variedad de especies de sapos no es fácil de determinar, pues el parecido entre algunas es bastante marcado.  Kelly Swing cree que ello nace de la dificultad que encierra extraer el material genético de los anfibios. Es complicado reconocer a las distintas especies de anfibios. Algunas ranas poseen colores muy similares entre sí, especialmente las pequeñas, que comparten colores como verde, gris y café. “Es del género Pristimantis, al que ni siquiera los propios especialistas pueden distinguir viéndolo.  Entonces es algo que llamamos “especies crípticas”, especies escondidas. Viendo su materia genética hay podemos reconocer que no son tan parientes.  Pero se ven iguales. Habría que extraer ADN, pero si no se hace eso, no hay ninguna pista”, explica realizando un movimiento de manos.

 

     Entre las especies que se observan con mayor frecuencia se encuentran Rhinella Margaritifera, Marinus y Ololygon Rubra. El primero es el anfibio más abundante de la zona; el segundo es uno de los sapos más comunes que hay, de gran tamaño y dominante carácter sobre otras especies. El último es la rana arborícola más común.

 

El futuro

 

     El hecho de la iniciativa Yasuní ITT haya finalizado es, según ambos científicos, algo preocupante. Kelly Swing, por su parte, no cree en que, como afirma el gobierno, pueda existir algo que se pueda reponer en la explotación. “Dicen que es 90 % recuperable en un lugar donde hay 100.000 especies por hectárea. Es totalmente absurdo. Tal vez si hubiera 12 especies lo sería, pero no es así. Me parece un nivel de ignorancia que no es perdonable”, apostilla, con el rostro serio.

 

     Pero tal vez las palabras de David Romo, referentes a los anfibios, sean las más explícitas en este punto: “No nos damos cuenta de que ellos son algo así como este grupo de avanzada que nos dice: mira, si nos pasa algo a nosotros, a ustedes también, y me da pena cuando veo lugares como Yasuní, en el que hay muchos de estos animales, que también pueden desaparecer sin que los reconozcamos”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otros centros de investigación:

 

Estación científica Yasuní de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador

 

Centro Jambatu

 

Contacto:

 

Consuelo de Romo

Administradora de operaciones

tbs@usfq.edu.ec

consuelobm05@hotmail.com

 

Kelly Swing, Ph.D.

Director fundador

kswing@usfq.edu.ec

 

David Romo, Ph.D.

Co-Director

dromo@usfq.edu.ec

Teléfonos:

(593)-2-297-1961

(593)-2-297-1961

 

Dirección:

Diego de Robles y Vía Interoceánica

Cumbayá, Quito - Ecuador

 

 

David Romo
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